jueves, 17 de enero de 2013

La emperatriz del Reino Amarillo, reseña de Anabel Sáiz Ripoll

Fuente: Voces de las dos orillas

Anabel Sáiz Ripoll


La emperatriz del Reino Amarillo,
María García Esperón,
Libros & Libros, Bogotá, 2013.

"Pensamos que la edad se alarga hasta el infinito e, incluso, puede encogerse, como la magia..."


La emperatriz del Reino Amarillo es, como la define su autora María García Esperón, una “fantasía medieval”. El relato, destinado a los lectores desde 10 años, está escrito con gracia y frescura. Se divide en 12 capítulos que, de alguna manera, simbolizan un año, una historia completa con principio y final, aunque, en el relato el tiempo sea impreciso y amplio.

Destacan distintos registros que aportan dinamismo al texto y hacen que sean varias las posibilidades lectoras y muchos los lectores. Por un lado, se nota una fina ironía en las descripciones de algunos personajes, en las pretensiones de unos, en los logros de otros. Por otra parte, hay momentos de una belleza estilística indudable, momentos en que la poesía se abre paso entre la prosa y hace que el relato se remanse y todos creamos escuchar las voces de los tiempos. También, hay algunas reivindicaciones acerca de las desigualdades sociales y un intento de lograr una sociedad utópica, igualitaria. Por último, sin duda, destaca el tono mágico que envuelve el relato. La emperatriz del Reino Amarillo, por así decirlo, es un cuento de hadas actual, en donde las hadas sí hacen su papel, pero también adoptan otras posiciones; en donde las princesas han de demostrar que lo son; en donde no siempre el que más tiene es el mejor ni siquiera resulta ser el príncipe adecuado y, por supuesto, donde las apariencias engañan.

Alicia es una condesa que tuvo una infancia distinta: trabajaba como cualquiera de sus posibles sirvientas. Su padre, el conde Aceituna siempre estaba de mal humor, aunque también se mostraba melancólico. Su madre, la condesa Antaña, vivía muy ocupada en tareas mundanas. Alicia era muy feliz porque siempre había vivido así. Un viejo sabio fue el que trajo el futuro de la niña cuando nació y el que estableció que debía aprender a no ser servida sino a servir. Y es que Alicia estaba predestinada a ser, como dice el título, la emperatriz del Reino Amarillo. Dicen que el azar está trazado ya en la vida y que no existen las casualidades. Eso demuestra la escritora cuando hace que la acción se traslade de espacio y abandone el condado europeo -¿Asturias?- para llegar a las tierras de la lejana China, en donde Alicia será, al fin, emperatriz, aunque aún le queden muchas peripecias por vivir.

Hay un personaje singular en el relato. Nos referimos al hada Farina, enamorada secretamente del conde Aceituna, y deseosa de lograrle la felicidad que, sin duda, tiene al alcance de la mano, pero que no ve. No es capaz de ver. Frente a un personaje tan mágico como Farina, aparece otro real, histórico, el emperador Federico, quien tiene un papel decisivo en la historia.

La narradora, por otra parte, aparece continuamente en el relato para afirmar, juzgar, justificar y contemplar, a veces divertida, otras respetuosa y algunas, en fin, burlona, el devenir de unos personajes que van fraguando una historia hermosa, como si fuere uno más de los tapices que adornan el hogar de los condes.

Los símbolos son también importantes en el cuento: el traje medieval, el hechizo para lograr la felicidad, el baúl de cortezas, la escritura del hada… No se olvida el paso del tiempo, el presente, el pasado y, sobre todo, el futuro, así como el amor, la memoria y la melancolía.

A menudo, nos parece dar a entender María García Esperón, pasamos por encima de lo realmente importante y nos apesadumbramos por aquello que no tenemos, cuando, y lo demuestra Alicia en su sencillez, lo básico es ser y no tener. Como bien leemos en un momento del relato: “Salas enteras de la casa de su padre estaban llenas de objetos ociosos que habían proporcionado minutos y horas de ese placer efímero que es el de poseer, para luego pasar a ocupar una zona oscura en la memoria de la compradora, entelarañarse y volverse inservibles”. Sin duda, la vida de Alicia y su recompensa final, hacen que el cuento tenga de verdad un final de cuento de hadas, pero bien merecido.

El relato está ilustrado por Michelle López Deksnys que, en blanco y negro, da vida a estos personajes y a la magia que los envuelve. Decíamos al principio que La emperatriz del Reino Amarillo es una lectura destinada a niños y niñas desde 10 años. Pensamos que la edad se alarga hasta el infinito e, incluso, puede encogerse, como la magia. Y es que nadie se resiste al conjuro: “Hace muchos, muchos años...”.